LA LITURGIA EN LA VIDA DE LA IGLESIA
ANALIZAMOS LA REALIDAD
Todas las familias y el pueblo celebramos las fiestas
que son momentos importantes de unidad y alegría, momentos para recordar, para
celebrar y para compartir la historia que dejaron nuestros antepasados. ¿Tienes
algún recuerdo de una fiesta en familia? O de una comunidad? ¿de tu Colegio?
¿Por qué motivo se hizo la fiesta?
A la fiesta, al encuentro del hombre con Dios,
llamamos LITURGIA. La liturgia es vida, es celebración, es festejar, es
agradecer, es alabar por la acción salvífica que ha obrado, actúa y seguirá
actuando Dios, a favor nuestro, por medio de Cristo Jesús.
ESCUCHAMOS DE DIOS
El Concilio Vaticano II en la
“Constitución sobre la Liturgia” nos dice: “La liturgia es el ejercicio del
sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a
su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de
Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".
û ¿Qué es la Liturgia?
Viene de la palabra
griega “Leitourgia” que a su vez esta compuesta de “Leitos” que significa
popular, del pueblo y “Ergon” que significa obra. Por tanto se refiere desde
hace mucho tiempo a una obra que pertenece a la comunidad y no de utilidad
privada.
En la iglesia la liturgia es el culto
público que damos a Dios. Jesús es quien dirige la liturgia.
û Es
el ejercicio del Sacerdocio de Cristo: Cristo es el único Sacerdote, el único Mediador, por
ser Dios-Hombre. Como Sacerdote ha ofrecido su propia vida y Persona como
Víctima en la Cruz. Su sacrificio nos ha reconciliado con Dios y ha vencido
toda la maldad de la humanidad. Toda celebración litúrgica, es obra de Cristo Sacerdote.
Es la cumbre a la cual tiende la actividad
de la iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde nace toda su fuerza.
û Es
la glorificación de Dios y santificación del hombre: Por la Liturgia, Dios es perfectamente glorificado y los hombres
santificados. Es el culto a la Santísima Trinidad, para adorarle,
agradecerle, implorarle perdón y pedirle gracias y favores. Porque nos une a
Dios, quedamos santificados; con la fuerza de su amor, sobre todo fortalecidos
por la banquete eucarístico, llevamos el gozo de ser amados en la
transformación de la propia vida y del medio donde vivimos.
û Es
acción del Cristo total:
Jesús es la Cabeza, cuyos miembros somos la comunidad de fe, la Iglesia =somos
el Cristo total. En este culto ofrecido a Dios, Cristo asocia siempre consigo a
su amadísima esposa la Iglesia. La Madre Iglesia desea ardientemente que se
lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en
las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a
la cual el pueblo cristiano “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido” (1P 2, 9), tiene derecho y obligación, en virtud de su
bautismo.
û Liturgia
de la vida: No solamente
el pan y el vino se han de transformar en la liturgia, sino que también
nosotros tenemos que transformarnos, asociándonos al sacrificio de Jesús,
permitiendo que Dios suscite en nosotros constantemente una vida nueva, de modo
que también la Iglesia se transforme para que el mundo evolucione según los
designios de Dios para toda la humanidad. En este sentido podemos decir que en la
liturgia se unen la “lex orandi”(oración), la “lex credendi” (dogma) y la “lex
vivendi” (vida). Los tres aspectos, son inseparables; se iluminan e interaccionan
en reciprocidad. La liturgia es la salvación celebrada, vivida. Jesús exige la
totalidad de la persona: espíritu, alma y cuerpo; pensamientos, palabras,
sentimientos, obras; no las apariencias
ni dicotomías: el culto de un corazón puro y amoroso, recto y justo, vivido
las 24 horas del día. Nuestra ofrenda son los gozos y dolores, los temores y
esperanzas de la jornada que las asociamos a la ofrenda de Jesús. Luego,
reanimados por El, como los discípulos de Emaús, vamos a comunicar a los
hermanos que El está vivo y está con nosotros.
Dios rechaza un culto exterior, frío, mágico, sin fraternidad,
cumplimiento legal de unos ritos, compromiso social, asistencia obligatoria. (volver a meditar el texto bíblico
mencionado arriba)
û Cada celebración
litúrgica tiene una triple visión: el pasado, el presente y el futuro.
La liturgia hace explícito lo que está escondido e
implícito en la historia del hombre; nos recuerda
lo que Dios ha hecho en el pasado, para que podamos reconocer al mismo Dios actuante en el presente, y apunta
hacia el futuro, recordándonos los fines
a los que el mundo y su historia se dirigen, la posesión eterna de Dios en el
cielo. Nos pone en contacto con el misterio que existe en el corazón de todas
las cosas y de cada ser humano. Es del presente,
porque celebra y hace real la presencia entre nosotros de Dios que salva al
mundo y al hombre en Cristo, pero esa misma presencia nos hace penosamente
conscientes de cuán lejos estamos del Reino de Dios. Es un llamado para vivir y
actuar por los valores de Dios el amor, la verdad, la paz y la gracia. Es un anticipo de la liturgia o fiesta
celestial. Ap 7, 9
La Asamblea Litúrgica
La asamblea litúrgica se distingue hondamente de otras
asambleas humanas (políticas, deportivas, culturales, etc.), porque en ella
Cristo está presente y vincula a los participantes en su propia persona. Toda
asamblea cristiana, pero particularmente la litúrgica, expresa y señala el
Cuerpo Místico de Cristo.
El que preside la asamblea, normalmente un obispo o
sacerdote, representa a Cristo, “Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia” (Col 1,18).
Cristo está presente...en la persona del ministro” (Sacr. Conc. 7). Como
representante de Cristo “viste ornamentos propios que lo distinguen; tiene el
puesto principal en el altar; a su llegada, todos se ponen de pie en señal de
respeto...Es el intermediario entre Dios y el pueblo, habla a los fieles en
nombre de Dios y se vuelve a Dios en nombre de los fieles.” (Carlo Fiore:
Nuestra Pascua, pág. 7/78)
Además del presidente, otros miembros del pueblo
cristiano ejercen determinados ministerios, de acuerdo con su vocación o carisma:
diáconos, comentadores, lectores, acólitos, cantores. Y todo el pueblo
participa activamente. Nadie puede considerarse mero espectador; pues tiene su
parte en los diálogos, en las aclamaciones y oraciones y en diversas acciones y
gestos.
De esta manera toda la asamblea litúrgica resulta ser
un grandioso signo del Cuerpo Místico de Cristo, en el cual uno actúa de
acuerdo con su facultad, para rendir el culto debido al Padre: Cristo-Cabeza
vivifica y valoriza todo, y los miembros aportan su parte en base a su
sacerdocio real y según sus carismas particulares. “Y así el Cuerpo Místico de
Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público
íntegro.” (Sacr. Conc. 7)
Los Signos Litúrgicos
Por ser acción de Cristo, los
signos realizan lo que significan. Las palabras, las oraciones, los gestos, las cosas,
los ritos de los sacramentos, no son solamente lo que aparentan sino que
conllevan dentro la Persona y la acción de Jesús. De modo que cuando el
sacerdote bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues
cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien nos habla. Está
presente, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió:
“Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos” (Mt 18,10)
Las palabras de una oración, los gestos que la pueden
acompañar, los elementos de la naturaleza como un poco de aceite o un sorbo de
vino, son medios por los cuales Dios va transformando el corazón de las
personas. No es que esos elementos hagan presente a Dios, según nuestro antojo
y manipulación, como si fuéramos magos que dominamos las fuerzas divinas.
En la liturgia los signos, son esenciales. Ciertos
objetos (velas, agua, óleo, etc.), palabras (oraciones, cantos), actitudes corporales
(de pie, de rodillas, sentado), gestos (la señal de la cruz, elevación de
brazos, imposición de manos) y la misma asamblea de los fieles, su presidente.
Significado de las tres posturas que con mayor
frecuencia tomamos en las celebraciones litúrgicas:
Posturas |
Significado |
En qué
momentos de la Misa |
Estar en pie |
Indica respeto y dignidad. Es la posición del
Resucitado, del hijo ante su padre. |
El primer encuentro con Dios y los hermanos; en la
petición del perdón. Canto del himno del gloria. Oración. Para acoger con prontitud la Buena Noticia, el
Evangelio Proclamamos nuestra fe, el credo e intercedemos por
el mundo. Oración del Padre nuestro. En la comunión. |
Estar sentados |
Es la posición del que escucha, medita, conversa,
come. |
Durante la proclamación de la Palabra de Dios. En la
respuesta a la Palabra con el Salmo. En el ofertorio. Después de la comunión. |
Estar de
rodillas |
Es expresión de adoración a Dios. De
arrepentimiento, de petición, de humildad. |
En la consagración eucarística. (En otros momentos
de oración comunitaria y personal). |
Los símbolos litúrgicos:
Significado de los principales símbolos que se usa en
las celebraciones litúrgicas.
SIMBOLOS |
USO CORRIENTE |
SIGNIFICADO LITÚRGICO |
FUEGO |
Calienta, consume, quema, ilumina, purifica, es fuente de energía. Centro
de la unidad familiar. Destruye, quema, asusta y mata |
Expresa la presencia de la divinidad, invisible pero fuerte,
incontrolable, purificadora, como el Ex 3 juicio de Dios, como el fuego que penetra todo ser existente, lo pone en
evidencia, lo purifica o lo castiga. (Véase: Dan. 7,10 ; Gen 19 ; Is 66,16) |
EL CIRIO PASCUAL |
Hecha de la cera de la comunidad laboriosa de las abejas. Se enciende en
la Vigilia Pascual. Se multiplica en cada creyente. En él se inscriben: Alfa
y Omega; Principio y Fin. Suyo es el tiempo y la eternidad. |
Cristo Luz del mundo y todos los que le seguimos somos partícipes de esa
luz. La Iglesia, la esposa, sale al encuentro de Cristo, el Esposo, con la
lámpara encendida en la mano, gozándose con él en la noche victoriosa de su
Pascua. |
EL INCIENSO |
Por su perfume lo usaron todas las culturas. Por el humo que tiende hacia arriba era la
ofrenda y oración que subía a la divinidad. Se consume en silencio. Crea una atmósfera agradable y
festiva, un aire entre misterioso y sagrado |
Expresa la oración, el respeto hacia Dios. “suba mi oración como incienso
en tu presencia”. Actitud de ofrenda y sacrificio del oferente. El incienso une de algún
modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jesús
que se ofrece en sacrificio. Se inciensa el altar, la Biblia, a los bautizados, las ofrendas y a Jesús
Eucaristía. |
LA SEÑAL DE LA CRUZ |
Une el cielo con la tierra; el este y el Oeste.
Instrumento de vergüenza para los judíos, de escándalo para los gentiles. Los
sufrimientos y la muerte han sido vencidos. |
Expresa la filiación que tenemos con Dios y la
fraternidad con el prójimo. Instrumento de nuestra salvación. Pertenecemos a Cristo: vivimos con El, por El y
para El. |
EL AGUA |
Es fuente de vida, sacia la sed, limpia origina la fuerza hidráulica. |
Cristo el "Agua viva" que sacia definitivamente nuestra sed (
Jn 4); la presencia vivificante del Espíritu (Jn 7, 37-39) anunciar la
felicidad el cielo (Apoc 7, 17; 22, 1). La usamos para el Bautismo y las
bendiciones. |
LAS CAMPANAS |
Convoca a la comunidad, para las fiestas y los ritmos de la celebración
cristiana. |
|
LA CENIZA |
|
símbolo de muerte, caducidad; de humildad y penitencia. Acuérdate que
eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19) |
EL ACEITE |
Suaviza, da movimiento, penetra profundamente. Se usaba para masajes,
curar, frotar, hacer funcionar las máquinas. |
Al Espíritu Santo que al recibirlo nos fortaleces, nos
suaviza, nos cura, nos perfuma. En el bautismo, Confirmación, Orden
Sacerdotal y en la unción de los enfermos. |
El
silencio: es una forma del lenguaje y
comunicación si va acompañado del silencio interior. Ante una alegría o dolor
intensos, ya no hallamos palabras; el silencio es el mejor lenguaje que nos
expresa.
Los colores litúrgicos
El color como uno de los elementos visuales más sencillos y eficaces nos
ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados: “La diversidad de colores
en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aún
exteriormente tanto las características de los misterios de la fe que se
celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año
litúrgico.” (Misal romano - IGMR 307)
×
Blanco: Significa plenitud,
pureza, santidad. Es propio para los tiempos de Navidad, Pascua; para las
Fiestas del Señor, de la Virgen María y de los santos no mártires..
×
Rojo: significa amor, martirio. Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo,
Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida, Exaltación de la Cruz, Las
fiestas de los Apóstoles y Mártires.
×
Verde: es color de paz,
serenidad, maduración, esperanza. Se utiliza durante el Tiempo Ordinario
×
Morado: es la discreción, penitencia, dolor. Es propio de
los tiempos de Adviento y Cuaresma; para
las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.
El Tiempo Litúrgico
Toda la Historia
de la Salvación, la concentramos en un Año
Litúrgico y que está conformado por los tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a
vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por
el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario,
Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo
ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.
El Año litúrgico
Adviento: tiempo de espera gozosa,
pues llega el Señor. Las grandes figuras del Adviento son: Isaías, Moisés, Juan
el Bautista y María. Isaías nos llena de esperanza en la venida de Cristo, que
nos traerá la paz y la salvación. Moisés que consigue la libertad de los
israelitas con la ayuda de Dios, San Juan Bautista nos invita a la penitencia y
al cambio de vida para poder recibir en el alma, ya purificada y limpia, al
Salvador. Y María, que espera, prepara y realiza el Adviento, y son para
nosotros ejemplos de fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en la vida.
En el hemisferio sur sintoniza bien el Adviento, pues el trabajador espera el
aguinaldo, el estudiante espera los buenos resultados de su año escolar, la
familia espera las vacaciones, el comerciante espera el balance, todos
esperamos el año nuevo.... esperamos al Salvador con María y toda la humanidad.
Es una espera silenciosa, austera,
de limpiar la casa, arreglarla, hacer los preparativos para el que llega. Durante
el Adviento, en la Misa no se dice el Gloria, nos hay mucha música, ni flores,
porque todavía no ha llegado; los signos principales en este tiempo son: corona
de ramos de pino, símbolo de vida, con cuatro velas (los cuatro domingos de espera),
que simbolizan nuestro caminar hacia el pesebre, donde está la Luz, que es
Cristo.
NAVIDAD: Es la celebración jubilosa de la presencia de Dios hecho
humano: niño, débil, dependiente, indefenso, pobre, rechazado, perseguido,
exiliado; trabajador común. El que comparte nuestra condición humana con todas
sus limitaciones, excepto el pecado. Siempre está con nosotros. Durante este tiempo, la Iglesia celebra también la
fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José (domingo entre el 25 de
diciembre y el 1 de enero, y si no existe, el 30 de diciembre), que es un
ejemplo para las familias. El día de los Reyes Magos es la fiesta de la Epifanía.
Es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios: Cristo es la luz de
todos los pueblos. El tiempo de Navidad termina con la celebración del Bautismo
de Jesús por Juan Bautista. El Bautismo del Señor se celebra el domingo después
de la Epifanía
Cuaresma: Comienza el miércoles de ceniza y termina el Miércoles Santo. Es tiempo de
conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta el
Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón
para el tiempo pascual. Se aconseja rezar la Vía Crucis, al menos, los viernes,
para unirnos a la pasión del Señor y en reparación de los pecados.
Semana Santa y Triduo Pascual: Es la semana que
recordamos la última semana de Jesús: su entrada triunfal a Jerusalén, la última
Cena, su agonía, su procesamiento, la sentencia de muerte y la cruel
crucifixión. Nuestra actitud es acompañar y unirnos a Cristo sufriente, pedir
perdón y reparar nuestros pecados; agradecerle por tanto amor. Estos días no
son para ir de paseos ni a diversiones mundanas. Es una Semana Santa para
participar de la liturgia, rezando y meditando los misterios de nuestra
salvación.
PASCUA Y TIEMPO PASCUAL: Es la celebración
gozosa profunda de la victoria de Cristo sobre la muerte, el odio el pecado y
de todo mal. Es el corazón, el vértice del Año Litúrgico, la concentración del
misterio de la salvación, que cada Domingo es Pascua. Como tiempo pascual, comprende cincuenta días
o siete semanas; dentro de este tiempo se celebra la Ascensión, que es la
glorificación de Cristo por el Padre, por su fidelidad al Padre y a la misión cumplida a cabalidad. El regalo
pascual es la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, en la Iglesia sale y
se hace misionera, llevando el mensaje de Cristo por todo el mundo.
Tiempo
Ordinario, del cotidiano o de la madurez. Son 33 o 34 semanas del año. Cada uno de estos
domingos ayuda, a través de las lecturas, a comprender, profundizar mejor a
Jesús y su mensaje de amor, a través de una contemplación continua y
fundamentalmente cronológica del mensaje bíblico vivido en su desarrollo
progresivo.
Celebramos a los que perseveraron en el seguimiento de Jesús, en primer
lugar la Virgen María y luego los santos, quienes constituyen también nuestros
modelos y ayudantes.
Cada año se medita
en forma continuada uno de los Evangelios: Mateo es el guía para el
ciclo A; Marcos para el ciclo B, y Lucas para el ciclo C. San Juan es el
evangelista para el Tiempo Pascual y la celebración de los Sacramentos. ¿Cuál
es el color litúrgico que se usa en este tiempo ordinario? ¿Por qué?.
HACEMOS NUESTRO EL MENSAJE
Dios en su locura de amor, en su afán
de comunicarse con nosotros, nos ha hablado con el lenguaje que podíamos
entender. Igualmente nosotros lo buscamos y le hablamos con nuestro lenguaje y
Él nos entiende más que nosotros mismos.
En la Liturgia u homenaje eclesial,
Jesús está para animarnos, acompañarnos, asociarnos en la ofrenda de alabanza,
adoración, gratitud, y petición. ¿Por qué no interesarnos en profundizar
nuestra comunicación con El?, sobre todo en la celebración Eucarística que es
el centro de toda la actividad de los bautizados.
¿Qué es para ti, la liturgia? ¿Cuál es la finalidad de la celebración
litúrgica? ¿En la Parroquia donde participas cómo vas aprendiendo a comunicarte
con Dios? ¿Se nota realmente un encuentro con Dios y los hermanos? ¿Crees que
los participantes entienden lo que están celebrando? ¿Saben del por qué hacen
los gestos, signos, símbolos? ¿Es suficiente estar en el templo, durante una
celebración, para pensar que te has comunicado con Dios? ¿Y si te has
comunicado con Cristo, seguirás con las mismas actitudes que antes?
ACTUAMOS EL MENSAJE
Para conocer el plan que Dios tiene
para mí y saber todo lo que me quiere comunicar, aprovecharé todos los tiempos
libres para la lectura de la Biblia y todo lo referente a la liturgia.
Planificaré con mi familia y mis amigos para participar los Domingos de la Santa Misa.
ENCUENTRO CON DIOS
Oramos con el poema o Salmo 150 que es a la vez, voz de Dios y de su pueblo. Leer en silencio el Salmo, luego el comentario. Orar juntos en dos coros (1,2).
Salmo 150
1y 2. Todo ser que alienta alabe al Señor
COMENTARIO AL SALMO
«Vosotros, santos, sed la trompeta, el arpa, la
cítara, el coro, los instrumentos de cuerdas, y el órgano, los timbales de
júbilo que emiten bellos sonidos, es decir, que tocan armoniosamente. Vosotros
sois todo esto. Al escuchar el salmo no hay que pensar en cosas de poco valor,
en cosas pasajeras, ni en instrumentos teatrales». En realidad, voz de canto a
Dios es «todo espíritu que alaba al Señor» («Comentarios a los Salmos» de San
Agustín)
La música más
elevada, por tanto, es la que se eleva de nuestros corazones. Dios quiere
escuchar precisamente esta armonía en nuestras liturgias
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