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3º TEMA 1: "LA LITURGIA"

 

Liturgia

LA LITURGIA EN LA VIDA DE LA IGLESIA

ANALIZAMOS LA REALIDAD  

Todas las familias y el pueblo celebramos las fiestas que son momentos importantes de unidad y alegría, momentos para recordar, para celebrar y para compartir la historia que dejaron nuestros antepasados. ¿Tienes algún recuerdo de una fiesta en familia? O de una comunidad? ¿de tu Colegio? ¿Por qué motivo se hizo la fiesta?

 

A la fiesta, al encuentro del hombre con Dios, llamamos LITURGIA. La liturgia es vida, es celebración, es festejar, es agradecer, es alabar por la acción salvífica que ha obrado, actúa y seguirá actuando Dios, a favor nuestro, por medio de Cristo Jesús.

ESCUCHAMOS DE DIOS

El Concilio Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice: “La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".

 ENTENDEMOS SU PALABRA:

û  ¿Qué es la Liturgia?

Viene de la palabra griega “Leitourgia” que a su vez esta compuesta de “Leitos” que significa popular, del pueblo y “Ergon” que significa obra. Por tanto se refiere desde hace mucho tiempo a una obra que pertenece a la comunidad y no de utilidad privada.

En la iglesia la liturgia es el culto público que damos a Dios. Jesús es quien dirige la liturgia.

û  Es el ejercicio del Sacerdocio de Cristo: Cristo es el único Sacerdote, el único Mediador, por ser Dios-Hombre. Como Sacerdote ha ofrecido su propia vida y Persona como Víctima en la Cruz. Su sacrificio nos ha reconciliado con Dios y ha vencido toda la maldad de la humanidad. Toda celebración litúrgica, es obra de Cristo Sacerdote.  Es la cumbre a la cual tiende la actividad de la iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde nace toda su fuerza.

û  Es la glorificación de Dios y santificación del hombre: Por la Liturgia, Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados. Es el culto a la Santísima Trinidad, para adorarle, agradecerle, implorarle perdón y pedirle gracias y favores. Porque nos une a Dios, quedamos santificados; con la fuerza de su amor, sobre todo fortalecidos por la banquete eucarístico, llevamos el gozo de ser amados en la transformación de la propia vida y del medio donde vivimos.   

û  Es acción del Cristo total: Jesús es la Cabeza, cuyos miembros somos la comunidad de fe, la Iglesia =somos el Cristo total. En este culto ofrecido a Dios, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia. La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual el pueblo cristiano “linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido” (1P 2, 9), tiene derecho y obligación, en virtud de su bautismo.

û  Liturgia de la vida: No solamente el pan y el vino se han de transformar en la liturgia, sino que también nosotros tenemos que transformarnos, asociándonos al sacrificio de Jesús, permitiendo que Dios suscite en nosotros constantemente una vida nueva, de modo que también la Iglesia se transforme para que el mundo evolucione según los designios de Dios para toda la humanidad.  En este sentido podemos decir que en la liturgia se unen la “lex orandi”(oración), la “lex credendi” (dogma) y la “lex vivendi” (vida). Los tres aspectos, son inseparables; se iluminan e interaccionan en reciprocidad. La liturgia es la salvación celebrada, vivida. Jesús exige la totalidad de la persona: espíritu, alma y cuerpo; pensamientos, palabras, sentimientos, obras; no las apariencias ni dicotomías: el culto de un corazón puro y amoroso, recto y justo, vivido las 24 horas del día. Nuestra ofrenda son los gozos y dolores, los temores y esperanzas de la jornada que las asociamos a la ofrenda de Jesús. Luego, reanimados por El, como los discípulos de Emaús, vamos a comunicar a los hermanos que El está vivo y está con nosotros.  Dios rechaza un culto exterior, frío, mágico, sin fraternidad, cumplimiento legal de unos ritos, compromiso social, asistencia obligatoria. (volver a meditar el texto bíblico mencionado arriba)


û  Cada celebración litúrgica tiene una triple visión: el pasado, el presente y el futuro.

La liturgia hace explícito lo que está escondido e implícito en la historia del hombre; nos recuerda lo que Dios ha hecho en el pasado, para que podamos reconocer al mismo Dios actuante en el presente, y apunta hacia el futuro, recordándonos los fines a los que el mundo y su historia se dirigen, la posesión eterna de Dios en el cielo. Nos pone en contacto con el misterio que existe en el corazón de todas las cosas y de cada ser humano. Es del presente, porque celebra y hace real la presencia entre nosotros de Dios que salva al mundo y al hombre en Cristo, pero esa misma presencia nos hace penosamente conscientes de cuán lejos estamos del Reino de Dios. Es un llamado para vivir y actuar por los valores de Dios el amor, la verdad, la paz y la gracia. Es un anticipo de la liturgia o fiesta celestial. Ap 7, 9

 

La Asamblea Litúrgica

La asamblea litúrgica se distingue hondamente de otras asambleas humanas (políticas, deportivas, culturales, etc.), porque en ella Cristo está presente y vincula a los participantes en su propia persona. Toda asamblea cristiana, pero particularmente la litúrgica, expresa y señala el Cuerpo Místico de Cristo.

El que preside la asamblea, normalmente un obispo o sacerdote, representa a Cristo, “Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia” (Col 1,18). Cristo está presente...en la persona del ministro” (Sacr. Conc. 7). Como representante de Cristo “viste ornamentos propios que lo distinguen; tiene el puesto principal en el altar; a su llegada, todos se ponen de pie en señal de respeto...Es el intermediario entre Dios y el pueblo, habla a los fieles en nombre de Dios y se vuelve a Dios en nombre de los fieles.” (Carlo Fiore: Nuestra Pascua, pág. 7/78)

Además del presidente, otros miembros del pueblo cristiano ejercen determinados ministerios, de acuerdo con su vocación o carisma: diáconos, comentadores, lectores, acólitos, cantores. Y todo el pueblo participa activamente. Nadie puede considerarse mero espectador; pues tiene su parte en los diálogos, en las aclamaciones y oraciones y en diversas acciones y gestos.

De esta manera toda la asamblea litúrgica resulta ser un grandioso signo del Cuerpo Místico de Cristo, en el cual uno actúa de acuerdo con su facultad, para rendir el culto debido al Padre: Cristo-Cabeza vivifica y valoriza todo, y los miembros aportan su parte en base a su sacerdocio real y según sus carismas particulares. “Y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.” (Sacr. Conc. 7)

 

Los Signos Litúrgicos

Por ser acción de Cristo, los signos realizan lo que significan. Las palabras, las oraciones, los gestos, las cosas, los ritos de los sacramentos, no son solamente lo que aparentan sino que conllevan dentro la Persona y la acción de Jesús. De modo que cuando el sacerdote bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien nos habla. Está presente, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,10)

Las palabras de una oración, los gestos que la pueden acompañar, los elementos de la naturaleza como un poco de aceite o un sorbo de vino, son medios por los cuales Dios va transformando el corazón de las personas. No es que esos elementos hagan presente a Dios, según nuestro antojo y manipulación, como si fuéramos magos que dominamos las fuerzas divinas.

En la liturgia los signos, son esenciales. Ciertos objetos (velas, agua, óleo, etc.), palabras (oraciones, cantos), actitudes corporales (de pie, de rodillas, sentado), gestos (la señal de la cruz, elevación de brazos, imposición de manos) y la misma asamblea de los fieles, su presidente.

 

Significado de las tres posturas que con mayor frecuencia tomamos en las celebraciones litúrgicas:

Posturas

Significado

En  qué momentos de la Misa

 

Estar en pie

Indica respeto y dignidad. Es la posición del Resucitado, del hijo ante su padre.

El primer encuentro con Dios y los hermanos; en la petición del perdón. Canto del himno del gloria. Oración.

Para acoger con prontitud la Buena Noticia, el Evangelio

Proclamamos nuestra fe, el credo e intercedemos por el mundo. Oración del Padre nuestro. En la comunión.

Estar sentados

Es la posición del que escucha, medita, conversa, come.

Durante la proclamación de la Palabra de Dios. En la respuesta a la Palabra con el Salmo. En el ofertorio. Después de la comunión.

 

Estar de rodillas

 

Es expresión de adoración a Dios. De arrepentimiento, de petición, de humildad.

 

En la consagración eucarística. (En otros momentos de oración comunitaria y personal).

 

Los símbolos litúrgicos:

Significado de los principales símbolos que se usa en las celebraciones litúrgicas.

SIMBOLOS

USO CORRIENTE

SIGNIFICADO LITÚRGICO

FUEGO

 

Calienta, consume, quema, ilumina, purifica, es fuente de energía. Centro de la unidad familiar.

Destruye, quema, asusta y mata

Expresa la presencia de la divinidad, invisible pero fuerte, incontrolable, purificadora, como el Ex 3

juicio de Dios, como el fuego que penetra todo ser existente, lo pone en evidencia, lo purifica o lo castiga. (Véase: Dan. 7,10 ; Gen 19 ; Is 66,16)

EL CIRIO PASCUAL

 

Hecha de la cera de la comunidad laboriosa de las abejas. Se enciende en la Vigilia Pascual. Se multiplica en cada creyente. En él se inscriben: Alfa y Omega; Principio y Fin. Suyo es el tiempo y la eternidad.

Cristo Luz del mundo y todos los que le seguimos somos partícipes de esa luz.

La Iglesia, la esposa, sale al encuentro de Cristo, el Esposo, con la lámpara encendida en la mano, gozándose con él en la noche victoriosa de su Pascua.

EL INCIENSO

 

Por su perfume lo usaron todas las culturas.

Por el humo que tiende hacia arriba era la ofrenda y oración que subía a la divinidad.

Se consume en silencio. Crea una atmósfera agradable y festiva, un aire entre misterioso y sagrado

Expresa la oración, el respeto hacia Dios. “suba mi oración como incienso en tu presencia”.

Actitud de ofrenda y sacrificio del oferente. El incienso une de algún modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio.

Se inciensa el altar, la Biblia, a los bautizados, las ofrendas y a Jesús Eucaristía.

LA SEÑAL DE LA CRUZ

Une el cielo con la tierra; el este y el Oeste. Instrumento de vergüenza para los judíos, de escándalo para los gentiles. Los sufrimientos y la muerte han sido vencidos.

Expresa la filiación que tenemos con Dios y la fraternidad con el prójimo.

Instrumento de nuestra salvación.

Pertenecemos a Cristo: vivimos con El, por El y para El.

EL AGUA

 

Es fuente de vida, sacia la sed, limpia origina la fuerza hidráulica.,

Cristo el "Agua viva" que sacia definitivamente nuestra sed ( Jn 4); la presencia vivificante del Espíritu (Jn 7, 37-39) anunciar la felicidad el cielo (Apoc 7, 17; 22, 1). La usamos para el Bautismo y las bendiciones.

LAS CAMPANAS

 

Convoca a la comunidad, para las fiestas y los ritmos de la celebración cristiana.

signo hecho sonido,  de la identidad de la comunidad cristiana, evangelizador de la Buena Noticia de Cristo.

LA CENIZA

producto de la combustión de algo por el fuego

símbolo de muerte, caducidad; de humildad y penitencia. Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19)

EL ACEITE

Suaviza, da movimiento, penetra profundamente. Se usaba para masajes, curar, frotar, hacer funcionar las máquinas.

Al Espíritu Santo que al recibirlo nos fortaleces, nos suaviza, nos cura, nos perfuma. En el bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y en la unción de los enfermos.

 

El silencio: es una forma del lenguaje y comunicación si va acompañado del silencio interior. Ante una alegría o dolor intensos, ya no hallamos palabras; el silencio es el mejor lenguaje que nos expresa.

 

Los colores litúrgicos

El color como uno de los elementos visuales más sencillos y eficaces nos ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados: “La diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aún exteriormente tanto las características de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico.” (Misal romano - IGMR 307)

×          Blanco: Significa plenitud, pureza, santidad. Es propio para los tiempos de Navidad, Pascua; para las Fiestas del Señor, de la Virgen María y de los santos no mártires..

×          Rojo: significa amor, martirio.  Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo, Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida, Exaltación de la Cruz, Las fiestas de los Apóstoles y Mártires.

×          Verde: es color de paz, serenidad, maduración, esperanza. Se utiliza durante el Tiempo Ordinario

×          Morado: es la discreción, penitencia, dolor. Es propio de los tiempos de Adviento y  Cuaresma; para las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.

 

El Tiempo Litúrgico

Toda la Historia de la Salvación, la concentramos en un Año Litúrgico y que está conformado por los tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.

 

El  Año litúrgico

Adviento: tiempo de espera gozosa, pues llega el Señor. Las grandes figuras del Adviento son: Isaías, Moisés, Juan el Bautista y María. Isaías nos llena de esperanza en la venida de Cristo, que nos traerá la paz y la salvación. Moisés que consigue la libertad de los israelitas con la ayuda de Dios, San Juan Bautista nos invita a la penitencia y al cambio de vida para poder recibir en el alma, ya purificada y limpia, al Salvador. Y María, que espera, prepara y realiza el Adviento, y son para nosotros ejemplos de fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en la vida. En el hemisferio sur sintoniza bien el Adviento, pues el trabajador espera el aguinaldo, el estudiante espera los buenos resultados de su año escolar, la familia espera las vacaciones, el comerciante espera el balance, todos esperamos el año nuevo.... esperamos al Salvador con María y toda la humanidad.

Es una espera silenciosa, austera, de limpiar la casa, arreglarla, hacer los preparativos para el que llega. Durante el Adviento, en la Misa no se dice el Gloria, nos hay mucha música, ni flores, porque todavía no ha llegado; los signos principales en este tiempo son: corona de ramos de pino, símbolo de vida, con cuatro velas (los cuatro domingos de espera), que simbolizan nuestro caminar hacia el pesebre, donde está la Luz, que es Cristo.

 

NAVIDAD: Es la celebración jubilosa de la presencia de Dios hecho humano: niño, débil, dependiente, indefenso, pobre, rechazado, perseguido, exiliado; trabajador común. El que comparte nuestra condición humana con todas sus limitaciones, excepto el pecado. Siempre está con nosotros. Durante este tiempo, la Iglesia celebra también la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José (domingo entre el 25 de diciembre y el 1 de enero, y si no existe, el 30 de diciembre), que es un ejemplo para las familias. El día de los Reyes Magos es la fiesta de la Epifanía. Es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios: Cristo es la luz de todos los pueblos. El tiempo de Navidad termina con la celebración del Bautismo de Jesús por Juan Bautista. El Bautismo del Señor se celebra el domingo después de la Epifanía

Cuaresma: Comienza el miércoles de ceniza y termina el Miércoles Santo. Es tiempo de conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta el Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón para el tiempo pascual. Se aconseja rezar la Vía Crucis, al menos, los viernes, para unirnos a la pasión del Señor y en reparación de los pecados.

Semana Santa y Triduo Pascual: Es la semana que recordamos la última semana de Jesús: su entrada triunfal a Jerusalén, la última Cena, su agonía, su procesamiento, la sentencia de muerte y la cruel crucifixión. Nuestra actitud es acompañar y unirnos a Cristo sufriente, pedir perdón y reparar nuestros pecados; agradecerle por tanto amor. Estos días no son para ir de paseos ni a diversiones mundanas. Es una Semana Santa para participar de la liturgia, rezando y meditando los misterios de nuestra salvación.

 

PASCUA Y TIEMPO PASCUAL: Es la celebración gozosa profunda de la victoria de Cristo sobre la muerte, el odio el pecado y de todo mal. Es el corazón, el vértice del Año Litúrgico, la concentración del misterio de la salvación, que cada Domingo es Pascua.  Como tiempo pascual, comprende cincuenta días o siete semanas; dentro de este tiempo se celebra la Ascensión, que es la glorificación de Cristo por el Padre, por su fidelidad al Padre y a  la misión cumplida a cabalidad. El regalo pascual es la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, en la Iglesia sale y se hace misionera, llevando el mensaje de Cristo por todo el mundo.


Tiempo Ordinario, del cotidiano o de la madurez. Son 33 o 34 semanas del año. Cada uno de estos domingos ayuda, a través de las lecturas, a comprender, profundizar mejor a Jesús y su mensaje de amor, a través de una contemplación continua y fundamentalmente cronológica del mensaje bíblico vivido en su desarrollo progresivo.

Celebramos a los que perseveraron en el seguimiento de Jesús, en primer lugar la Virgen María y luego los santos, quienes constituyen también nuestros modelos y ayudantes.

Cada año se medita  en forma continuada uno de los Evangelios: Mateo es el guía para el ciclo A; Marcos para el ciclo B, y Lucas para el ciclo C. San Juan es el evangelista para el Tiempo Pascual y la celebración de los Sacramentos. ¿Cuál es el color litúrgico que se usa en este tiempo ordinario? ¿Por qué?.

 

HACEMOS NUESTRO EL MENSAJE

Dios en su locura de amor, en su afán de comunicarse con nosotros, nos ha hablado con el lenguaje que podíamos entender. Igualmente nosotros lo buscamos y le hablamos con nuestro lenguaje y Él nos entiende más que nosotros mismos.

En la Liturgia u homenaje eclesial, Jesús está para animarnos, acompañarnos, asociarnos en la ofrenda de alabanza, adoración, gratitud, y petición. ¿Por qué no interesarnos en profundizar nuestra comunicación con El?, sobre todo en la celebración Eucarística que es el centro de toda la actividad de los bautizados.

 ¿Qué es para ti, la liturgia?  ¿Cuál es la finalidad de la celebración litúrgica? ¿En la Parroquia donde participas cómo vas aprendiendo a comunicarte con Dios? ¿Se nota realmente un encuentro con Dios y los hermanos? ¿Crees que los participantes entienden lo que están celebrando? ¿Saben del por qué hacen los gestos, signos, símbolos? ¿Es suficiente estar en el templo, durante una celebración, para pensar que te has comunicado con Dios? ¿Y si te has comunicado con Cristo, seguirás con las mismas actitudes que antes?

 ACTUAMOS EL MENSAJE

Para conocer el plan que Dios tiene para mí y saber todo lo que me quiere comunicar, aprovecharé todos los tiempos libres para la lectura de la Biblia y todo lo referente a la liturgia.

Planificaré con mi familia y mis amigos para participar los Domingos de la Santa Misa.

ENCUENTRO CON DIOS

Oramos con el poema o Salmo 150 que es a la vez, voz de Dios y de su pueblo. Leer en silencio el Salmo, luego el comentario. Orar juntos en dos coros (1,2). 

                                                                    Salmo 150

1.      Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

2.      Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

1        Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

2.   Alabadlo con tambores y danzas,
      alabadlo con trompas y flautas,

1.  Alabadlo con platillos sonoros,
     alabadlo con platillos vibrantes.

1y 2. Todo ser que alienta alabe al Señor

COMENTARIO AL SALMO

«Vosotros, santos, sed la trompeta, el arpa, la cítara, el coro, los instrumentos de cuerdas, y el órgano, los timbales de júbilo que emiten bellos sonidos, es decir, que tocan armoniosamente. Vosotros sois todo esto. Al escuchar el salmo no hay que pensar en cosas de poco valor, en cosas pasajeras, ni en instrumentos teatrales». En realidad, voz de canto a Dios es «todo espíritu que alaba al Señor» («Comentarios a los Salmos» de San Agustín)

 La música más elevada, por tanto, es la que se eleva de nuestros corazones. Dios quiere escuchar precisamente esta armonía en nuestras liturgias


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